Los recuerdos de mi niñez
llevan los rostros de mi hermana Giovana y Jaime: mi hermana mayor y mi hermano
menor. Éramos tres niños de cachetes rajados que aprovechaban las ausencias de
papá y mamá para divertirse en el patio. Como los juguetes eran escasos,
usábamos la tierra para construir casitas con adobes de miniatura y en cada
otoño hacíamos voladores con bolsas nylon y pajas de escoba. Recuerdo que una y
otra vez intentamos hacer los famosos carritos de bidón de aceite Fino, pero
nunca lo logramos. Calmábamos las penas cantando fuertemente nuestras canciones
favoritas mientras ordenábamos la cocina, el patio y nuestros cuartos;
estábamos locos por El Tri, aún recuerdo esa tarde coreando el “más prendido
que el sol, más oscuro que la negra noche”, giovis simulaba tocar la guitarra,
jaimico la batería y yo cantaba. Éramos ingenuos y a la vez muy
felices.
Ya pasaron muchos años
desde esta fotografía, por ese patio correteó años después Fernando, el último
de los Chambi Mayta, ahora ese espacio pertenece a mis bulliciosos y sonrientes
sobrinos. El tiempo pasa rápidamente, sólo nos queda la memoria de los buenos
momentos y creo que es en la niñez donde radican muchos de ellos.
Feliz 12 de abril, día del niño boliviano.
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De izquierda a derecha: Jaime, Roger, Giovana y nuestra madre, doña Hilda |