Por un camino que no sabíamos si era el correcto, casi perdidos, poco a poco nos acercábamos a la escultura más triste de Barcelona. El invierno hacía que la noche llegara más rápida y fría. En ese momento, Poblenou, que para los locales y turistas era sinónimo de mar, fiesta y edificios luminosos, para nosotros era lápidas suntuosas, ramos de flores, cruces tiznadas, gárgolas y silencio. De pronto, subiendo unas pequeñas gradas, finalmente se desvelaba ante nosotros "El Petó de la mort", una escultura de mármol realizada en el taller del escultor Jaume Barba en 1930.
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El Petó de la Mort (El beso de la muerte). Poblenou, Barcelona. 2023. |
Había perdido mis guantes en un viaje anterior y mis manos buscaban calor en los bolsillos de mi abrigo. Mis dedos helados se apretaban mientras intentaba asimilar si era miedo o ternura lo que me provocaba ver ese esqueleto alado que, tomando de los brazos a un joven, le otorgaba nada más que un beso, un beso de la muerte. La escultura fue mandada a realizar por la familia Llaudet para acompañar la tumba de su joven descendiente. En su epitafio, se pueden leer los versos del poeta catalán Jacint Verdaguer, que con la sensibilidad que le caracterizaba decía: “Mes son cor jovenívol no pot més. En ses venes la sanch s’atura y glaça. Y l’esma ja perduda, la fe abraça, sentint-se caure de la mort al bes” (Y su joven corazón no puede ayudar; en sus venas la sangre se detiene y se congela, y el ánimo perdido abraza la fe. Cae sintiendo el beso de la muerte).
¿Será que recibimos la muerte
como un beso? Intentábamos reflexionar mientras observábamos cada ángulo de la
escultura, tallada pulcramente en sus detalles. Observábamos el gesto de
derrota del desafortunado joven, el beso cariñoso de la muerte, que lo miraba
fijamente y, al mismo tiempo, parecía observarnos, atenta. El cielo cada vez
más oscuro hacía más solitario el espacio que aguardaba unos pocos minutos para
cerrarse, y el frío ya tocaba las venas. ¿Qué son los besos sino ese acto de
amor que damos y recibimos de quienes queremos? ¿Por qué el artista decidió situar
el beso como un acto de fatalidad y a la vez ternura? ¿Será que, así como
nacemos recibiendo el primer beso de nuestra madre, partimos de este mundo
también con un beso, pero de otra madre, una que tal vez siempre estuvo junto a
nosotros: la muerte?
Ya era hora de retirarnos; las interrogantes quedaron frente a la escultura. Antes de que nuestras venas se congelaran, a decir de Verdaguer, salimos del silencio despidiéndonos de las gárgolas y cruces tiznadas. En fin, fuera de esos cuatro muros, el mundo estaba lleno de besos que otorgan vida, que abren historias. Aunque es cierto que existen los besos de despedidas, los traicioneros o los añorados y nunca consumados, siempre hay la posibilidad de continuar, continuar mientras no llegue el petó de la mort, el beso de la muerte.
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Frente al Petó de la Mort. Poblenou, Barcelona. |
Roger Adan Chambi Mayta. Barcelona, invierno de 2024