Por Roger Adan Chambi Mayta
Me dirigía a la 8va Larga Marcha Internacionalista
por la libertad de Abdullah Öcalan con el temor de no comunicarme plenamente
debido a mi básico nivel de inglés. Para moverse en Europa es necesario dominar
ese idioma, o siquiera el alemán o el francés. El castellano, idioma que me
enseñó a leer y escribir, a enamorarme y a indignarme en mi ciudad andina, era
un idioma periférico más, o al menos así lo sentí cuando en 2023 pisé por primera
vez el viejo continente y sobreviví en Ámsterdam gracias al dichoso Google
Traductor.
Pero esta vez iba a ser diferente, ya no eran mis primeros días por estas latitudes, por varios meses Barcelona me había enseñado el cosmopolitismo de estas tierras y a nunca más creer que hablo español, porque en España no hay un idioma de España, lo que hay son idiomas como el catalán, euskera, gallego, valenciano y castellano. Lo mío era el castellano, claro, uno muy latinoamericano, muy boliviano o, mejor dicho, un castellano muy aymarizado.
— Hola, qué tal. ¿Van para la larga marcha?
— Sí.
— ¿Primera vez en Suiza?
— Sí, ¿y ustedes?
— También.
— ¿Hablan inglés?
— Nosotros sí.
— Estoy a salvo.
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En Estrasburgo, Francia, junto a lxs colegas de España, Catalunya, Brasil y Portugal. 2024. |
Desde hace más de ocho años cientos de militantes internacionales que apoyan las demandas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) se reúnen en Europa para realizar largas marchas en busca de una solución política a los problemas del pueblo kurdo. Su principal objetivo es la libertad de su líder máximo, Abdullah Öcalan (conocido también como Rêber Apo), quien fue secuestrado ilegalmente por el gobierno turco en 1999 con la complicidad del Mossad israelí, la CIA estadounidense y el M15 británico (conocido en el movimiento como complot internacional), y que desde entonces está preso en la isla de İmralı, en el Mar de Mármara, sin contacto alguno con el mundo exterior.
— ¿De dónde son?
— De Lisboa, Portugal.
— De Catalunya.
— Ah, ¿de España?
— Jaja, ¡no!, ¡soy catalán! ¿y tú?
— Te entiendo, yo soy aymara…
Llegamos a la comuna kurda de Basilea, Suiza, justo a la hora del desayuno. Por las mesas del comedor se escuchaban diálogos en distintos idiomas y ya el "chay" (té negro) y los colores de la bandera de Rojava (primer territorio libre de Kurdistán), amarillo, rojo y verde, se hacían más presentes. En un contexto de matices del Medio Oriente y Europa, mi rostro no pasaba desapercibido; era un andino alejado de sus cordilleras que lograba comunicarse con los kurdos gracias a la militancia políglota que hacía de traductores.
— Bienvenido, compañero, en breve comenzamos la marcha hacia Estrasburgo. ¿Llevas ropa caliente?
Hasta ese entonces, el frio del
inverno europeo no me parecía tan distinto al inverno de los Andes. Llevaba un
abrigo prestado, guantes y unas botas que en los cinco días de la marcha me
mantuvieron firme a pesar de las ampollas de mi pie izquierdo. El 11 de febrero
nos dividimos las banderas del PKK y los chalecos amarillos con la frase
“Freedom for Öcalan”. Hicimos una larga fila, las mujeres encabezaron la marcha
y los alto parlantes sonaron música de protesta en diferentes idiomas, entre
las que reconocí la chilena: “De pie, cantar, que vamos a triunfar, avanzan ya
banderas de unidad. Y tú vendrás marchando junto a mí y así verás tu canto y tu
bandera florecer”.
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La marcha por Estrasburgo, Francia. 2024. |
— ¿Ya habías sostenido una bandera partidaria en tu país?
— No, nunca pensé que alguna valiera la pena.
Empezamos el trayecto en Basilea con parada en Estrasburgo y destino final en Colonia, ciudad del país que alberga a la mayor cantidad de la diáspora kurda en Europa: Alemania. Las aparentes tranquilas calles de esas regiones se empaparon de los gritos indignados de: “Jin, Jiyan, Azadî” y el “Bijî Serok Apo”.
— ¿Y qué piensas de esta bandera?
— Esta no es cualquier bandera de un partido político o de un proyecto de Estado. Es para trascender el Estado.
La composición de la marcha, además de estar formada por personas de diferentes países, también era intergeneracional y de militancias múltiples, pero todos veían en la propuesta política colectiva kurda de una democracia sin Estado (Confederalismo Democrático) y la “ciencia de las mujeres” como propuesta ideológica kurda que retoma la centralidad de la mujer en la construcción del nuevo paradigma (Jineolojî), salidas reales a las limitaciones de los Estados-nación occidentales. El pueblo kurdo dejó de lado la lucha por el Estado, ya que lo considera una institución colonial, servil al capitalismo e híper-masculinizado. Öcalan afirmó que “el capitalismo y el Estado-nación son la monopolización del varón despótico y explotador” y que es necesario apostar por una “administración política no estatal.”
— ¿Qué pasó atrás, por qué la gente corre?
— Fanáticos de Erdoğan queriendo desestabilizar la marcha.
— En una marcha anterior nos echaron agua caliente.
— ¡Cuidado con la policía!
Los kurdos, cuyo origen se remonta a la antigua Mesopotamia, están actualmente repartidos entre cuatro estados nación: Turquía, Irán, Siria e Irak. A lo largo de su historia han resistido el control de diversos imperios y poderes interesados en dominar su territorio, que atraviesa por los estratégicos ríos Tigris y Éufrates. Desde la época de los romanos, pasando por árabes y otomanos, hasta los modernos estados nación, los kurdos han mantenido una firme insumisión frente a cualquier poder central y a las religiones e ideologías que buscan homogeneizarlos. Por su rebeldía, el gobierno turco prohibió sus ropas tradicionales, su idioma y su identidad étnica. Además, encarceló y asesinó a sus principales líderes y a miles de militantes, lo que llevó a los kurdos a optar por la lucha armada.
— ¡Mantengan en orden la marcha!
— ¡Vamos compañeras!, todas juntas: ¡Be serok jiyan nabe! (Sin liderazgo no hay vida)
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Estrasburgo, Francia. 2024. |
Mientras marchábamos con nuestras banderas y símbolos de protesta por las casas alsacianas de Estrasburgo, y a medida que me familiarizaba más con la lucha del PKK, me daba cuenta de que mi pueblo andino, el aymara, tiene elementos históricos que empatizan con la causa kurda. Los aymaras saben lo que es ser desmembrados por cuatro estados nación (Bolivia, Perú, Chile y Argentina) y defenderse de las políticas asimilacionistas y racistas que inferiorizaban su cultura. El pueblo aymara ha sufrido la tortura, matanza y persecución de sus líderes y representantes que buscaban la liberación de su pueblo, solo por citar algunos: Tupak Katari y Bartolina Sisa durante la colonia y Pablo Zárate Willka durante la república. Cientos de líderes indígenas fueron detenidos injustamente, procesados y asesinados por el poder estatal, que temía la fuerza comunitaria y las demandas de autodeterminación.
— La violencia del poder centralista es igual en cada rincón del mundo.
— ¿Es posible pensar una sociedad sin Estado?
— Ahí tienes a Rojava.
Rojava es un territorio llamado zona de libertad y se encuentra en la región norte de Siria. Desde el año 2011, en los conflictos de la llamada Primavera Árabe, el pueblo kurdo tomó control de esa región y organiza su población a partir del Confederalismo Democrático, donde toda la población participa de los procesos políticos y administrativos a partir de comunas por cada región y barrio. Este sistema respeta las diferencias de credo, de etnias y de clase dentro la sociedad. Rojava no tiene una autoridad centralizada, por eso sale de los esquemas de la forma estatal, por eso es asediada constantemente por el poder estatal.
— En grupos de ocho personas vamos a dividirnos para descansar en casas de las familias kurdas.
— Ustedes se van con la familia de Ahmed.
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Estrasburgo, Francia. 2024. |
Los kurdos se organizan colectivamente para ofrecer sus casas a los marchistas, brindándoles desayuno, almuerzo y cena. La convivencia con las familias es central en la formación de los militantes, ya que se aprende del día a día, de las experiencias de cada familia, sus luchas, sus retos, sus pérdidas y su manera de enfrentarse a la sociedad occidental europea. Cada noche convivíamos con una familia diferente, y cada noche se convertía en una nueva clase de formación política concreta. Así pasamos los días marchando, debatiendo, bailando, asistiendo a cursos de formación, conferencias y convivencias. De esta manera, atravesamos Estrasburgo y llegamos a Colonia en la invernal madrugada del 17 de febrero.
Más de 150,000 kurdos, junto a comités de solidaridad, recorrimos las calles de esa ciudad alemana, llenando sus calles y puentes sobre el río Rin con la consigna: “Libertad para Abdullah Öcalan, una solución política a la cuestión kurda”. La multitudinaria manifestación demostró el profundo impacto y la resonancia de la lucha kurda a nivel internacional. El 15 de febrero se cumplieron 25 años del secuestro del líder kurdo Abdullah Öcalan. El autoritarismo creyó que encarcelando y silenciando al principal líder del movimiento, la organización se debilitaría. Sin embargo, ocurrió lo contrario. El paradigma del Confederalismo Democrático y la Jineolojî, que promueven una democracia comunal y ecológica encabezada por las mujeres, se ha fortalecido y expandido. Esta filosofía se ha convertido en una fuente de inspiración y guía para comunidades, sindicatos y asociaciones barriales de todo el mundo, mostrando que es posible una organización social efectiva más allá del Estado.
— Queremos aprender de Abya Yala, compañero.— Y nosotros de ustedes.
— Tenemos mucho por dialogar.
— Avancemos juntos…