¿HASTA CUÁNDO?

Por Roger Adan Chambi Mayta

“¡Cuando el indio guerrea, gana! ¡Pero cuando el indio hace política, pierde!” Recuerdo bien esas palabras de Wankar Reynaga, hijo de Fausto Reinaga, autor de “La revolución india”. Esa frase siempre estuvo en mi cabeza, porque expresaba la constante instrumentalización de los cuerpos, de la energía, de esa fuerza guerrera de los pueblos racializados que, históricamente fueron aprovechados  por las castas dominantes. No hay ningún pasaje importante de la historia de los pueblos andinos sin la sangre del pueblo indígena. La historia nos muestra que los cuerpos sacrificados de aymaras y quechuas, que las batallas ganadas, fueron para beneficio de un séquito de politiqueros no indígenas.

¿Hasta cuándo los pueblos racializados serán carne de cañón? ¿Hasta cuándo la tropa cobriza derramará su sangre para provecho de otros?

En noviembre del 2019, en Bolivia, después de la renuncia de Evo Morales a la presidencia, los líderes cívicos de Santa Cruz junto a otros dirigentes de tendencia reaccionaria, enaltecieron la Biblia y su fe en Dios para “resguardar” el destino del país y la “democracia”. Como acto simbólico para dar fin al gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), retiraron las wiphalas (importante símbolo indígena reconocido por la Constitución Política del Estado) de las instituciones estatales. Algunos policías mostraron en redes sociales su desprecio por este símbolo, quitándolos de sus insignias y hasta quemándolos.

La clase dirigencial reaccionaria creyó erróneamente que los símbolos indígenas eran sinónimos del MAS y que al renunciar Evo ya no tendrían sentido alguno. Olvidaron que la wiphala, como muchos otros símbolos indígenas, son representaciones históricas de los pueblos racializados y que no pertenece a ningún partido político. Por esa razón, el 11 de noviembre, la población Aymara de la ciudad de El Alto, salió a las calles en defensa de sus símbolos exigiendo el debido respeto. Dichas movilizaciones causaron, una vez más en la historia boliviana, el derramamiento de sangre de la población Aymara.

A más de tres meses de ese oscuro escenario, la población boliviana espera las elecciones de este 3 de mayo. Los representantes políticos tanto del MAS como los de la Biblia en la mano, buscan desde diferentes espacios el apoyo del sector popular racializado. Con floridos discursos pretenden tapar la instrumentalización de los indígenas y las muertes en la ciudad de El Alto.

Aún así, se ven personas que a título de indígenas están llenando las filas de estos partidos políticos. ¿Será que otra vez, como decía Wankar Reynaga, los indios vamos a perder en política?

Pintura de Juan Avilés 


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